La
historia del bienestar: un mapa de tentativas.
En 1948 se fundaba la Organización Mundial
de la Salud, como el organismo de la recién fundada (1945) ONU especializado en
la políticas de prevención, promoción e intervención en salud. Un par de años
antes, en 1946, en el Preámbulo de la Constitución de la OMS, se incluía, por
primera vez, la famosa definición de salud que sigue vigente hoy día y que no
ha sido modificada desde entonces: “La salud es un estado completo de bienestar
físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
enfermedades”. Esta definición se distinguía de otras anteriores a ella
precisamente al ampliar su alcance. La “salud” dejaba de definirse en relación
a su contrario (la enfermedad), en lo
que no era sino un círculo vicioso, e incluía todos los elementos que nos
definen como seres humanos: nuestra realidad física, mental y social.
Pero más allá de esto, incluía una
palabra, en ningún momento definida, que es “bienestar”. Su inclusión suponía
una cambio radical en la comprensión de la función del médico, en tanto que ya
no debería limitarse a “curar” las afecciones, sino que debía trabajar
proactivamente en la consecución de un estado general de “bienestar”, en una
mandato de carácter normativo. El médico, así entendido, debería ser el
primero, por ejemplo, en las luchas medioambientales.
Sin embargo, cuando prestamos atención a
las prácticas médicas del momento, no podemos menos que sorprendernos de que
fueran, precisamente, en la dirección contraria. El nacimiento de la bioética,
en la década de los 50, nos proporcionó términos como el de “encarnizamiento
terapéutico”, que señalaban, precisamente, la inadecuación de ciertas prácticas
médicas respecto a la idea de la consecución del bienestar como fin último de
la medicina.
En la presente charla intentaremos, a
partir de ejemplos concretos, iluminar la distancia entre determinadas
prácticas médicas y una definición de salud con la que no se compadecen. Para
ello, plantearemos una breve historia del bienestar que se desplegará en tres
ejes:
1.
Una historia de la medicina
“inespecífica” y de aquellas aproximaciones holísticas a la salud, desde
Hipócrates hasta principios del siglo XX.
2.
Una historia de la distinción
entre elementos objetivos y subjetivos de la enfermedad.
3.
La historia del Estado del
Bienestar, ligado a al hegemonía del paradigma biomédico.
Para concluir, plantearemos algunos
ejemplos que, a partir de la definición de salud de la OMS, y basándose en una
ética del cuidado que asume la fragilidad del individuo como elemento fundante,
han ido un paso más allá, desplegando determinadas potencialidades inscritas en
dicha definición.
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