viernes, 19 de febrero de 2016

Mesa 2. Ponencia 3


La historia del bienestar: un mapa de tentativas.

 

En 1948 se fundaba la Organización Mundial de la Salud, como el organismo de la recién fundada (1945) ONU especializado en la políticas de prevención, promoción e intervención en salud. Un par de años antes, en 1946, en el Preámbulo de la Constitución de la OMS, se incluía, por primera vez, la famosa definición de salud que sigue vigente hoy día y que no ha sido modificada desde entonces: “La salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Esta definición se distinguía de otras anteriores a ella precisamente al ampliar su alcance. La “salud” dejaba de definirse en relación a  su contrario (la enfermedad), en lo que no era sino un círculo vicioso, e incluía todos los elementos que nos definen como seres humanos: nuestra realidad física, mental y social. 

Pero más allá de esto, incluía una palabra, en ningún momento definida, que es “bienestar”. Su inclusión suponía una cambio radical en la comprensión de la función del médico, en tanto que ya no debería limitarse a “curar” las afecciones, sino que debía trabajar proactivamente en la consecución de un estado general de “bienestar”, en una mandato de carácter normativo. El médico, así entendido, debería ser el primero, por ejemplo, en las luchas medioambientales.

Sin embargo, cuando prestamos atención a las prácticas médicas del momento, no podemos menos que sorprendernos de que fueran, precisamente, en la dirección contraria. El nacimiento de la bioética, en la década de los 50, nos proporcionó términos como el de “encarnizamiento terapéutico”, que señalaban, precisamente, la inadecuación de ciertas prácticas médicas respecto a la idea de la consecución del bienestar como fin último de la medicina.

En la presente charla intentaremos, a partir de ejemplos concretos, iluminar la distancia entre determinadas prácticas médicas y una definición de salud con la que no se compadecen. Para ello, plantearemos una breve historia del bienestar que se desplegará en tres ejes:

1.      Una historia de la medicina “inespecífica” y de aquellas aproximaciones holísticas a la salud, desde Hipócrates hasta principios del siglo XX.

2.      Una historia de la distinción entre elementos objetivos y subjetivos de la enfermedad.

3.      La historia del Estado del Bienestar, ligado a al hegemonía del paradigma biomédico.

Para concluir, plantearemos algunos ejemplos que, a partir de la definición de salud de la OMS, y basándose en una ética del cuidado que asume la fragilidad del individuo como elemento fundante, han ido un paso más allá, desplegando determinadas potencialidades inscritas en dicha definición.

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